En primer lugar quisiera destacar el servicio, una atención exquisita y pausada, lo que requiere al encontrarse en un balneario, parece todo medido y estructurado, pero a la vez ágil y ligero. Una tranquilidad que se agradece, en estos tiempos de prisas y carreras.
Me encantó ver trabajar al todo el equipo del restaurante, era todo un placer ver como el maitre tomaba nota y salían los platos a tiempo y en el mismo orden en que había tomado las comandas. Trabajo de cara al público y me deleité viendo a un equipo compenetrado, eficaz y profesional, mi más sincera enhorabuena a todos los integrantes del restaurante que hacéis posible que cenar allí fuera una experiencia tan gratificante.
En segundo lugar destacar la comida. Bien presentada, con gusto, pero sobretodo la calidad del producto y el buen hacer de los cociner@s. Los puntos de las carnes y las verduras de mención. Hacía tiempo que no degustaba a platos tan certeros.
Os dejo las fotos para que las veáis. A destacar las carnes, producto de primera calidad y los puntos de ambas de sobresaliente. Jugosas la pluma y saborazo del cochinillo en forma de lingote.
El ramen muy cuidado en los sabores, muy equilibrado. Quizás el arroz negro el plato más plano, pero aún así rico, no desentonaba.
El vino un acierto, le va a hacer pupa a Protos como vino de gran consumo de la Ribera del Duero en relación calidad precio.
Para acabar destacar la tranquilidad del lugar, ideal para mantener una conversación con tu pareja mientras degustas unos manjares que no te dejarán indiferentes.